La historia de toda ciudad tiene sus pedestales en los que colocar a sus "prohombres", zonas oscuras en la que habitan los malditos, pero y también sus "recodos". Lugares especiales –esta cuesta es uno de ellos-, donde suelen aparecerse al amanecer o al atardecer personajes como San Atilano, el Ciptegato o incluso Raquel Meller, aquellos que forman parte del alma más genuina de la ciudad, y que a buen seguro se encontraba nuestro personaje en sus subidas y bajadas.